jueves, 5 de diciembre de 2013

Día Emocional. Julio 29, 2009

Hoy ha sido uno de esos días emocionales a más no poder. He llorado como loca. Todo empezó en mi cita con el terapeuta del Teletón y continuó con la inscripción a la escuela donde mi bodoque chillón va a empezar su historia acaémica por tercera ocasión.

Con el terpeuta sufrí los fatasmas que quedan cuando uno es madre de dos hijos de capacidades distintas. Es agotador. Le comentaba que me siento cansada y que además, en la voragine del día a día, lucho tenazmente por conservar mi personalidad y lo que soy. No me quiero perder en el día a día y olvidar lo que tanto tiempo me ha costado construir con mi persona.

Tardé años en producir la versión mejorada de mí misma y no quiero que se vuelva obsoleta o que se pierda en el andar de los días, las responsabilidades y el cansancio.

También le comenté que esto me genera un poco de culpa y que aveces pienso que soy egoísta; él me dice que es necesario y que es importante que lo haga... pero por ahora debo trabajar en mi emoción profunda y hacer un dibujo de ella. Esto es "dificilísimo" como diría Silvia Pinal en aquella divertia comedia con PedroInfante.

Sé lo que siento y trato de ponerle nombre siempre, pero ahora que tengo que ser más visceral que racional, es algo dificilísimo. Tengo 3 semanas para desarrollarlo.

Después fui a la escuela en la cual mi hija va a gozar de una beca, (gracias a Monseñor que me mando a ese conlegio); pero nadie me había explicado que tenía que pagar mil doscientos pesos de inscripción... ¡Por supuesto que me quise morir! Además porque entendí que tenía que pagarlos al mes, aparte de la inscripción.

En fin, entré en crisis.(Más de lo que ya estoy. Total, tuve que hablar con la directora, explicarle por qué razón no llevaba el dinero conmigo, que no se lo puedo pagar todo de un jalón, porque todavía faltan los uniformes y los libros y que con mucho gusto estoy dispuesta a pagarlos, pero que necesito tiempo.

En realidad, es poco el dinero que tengo que pagar, por la calidad de educación que mi hija va a recibir; pero de entrada, casi me dio el "soponcio", (como decía mi abuelita).

En fin, ya de algún modo se arreglaron las cosas, pero el llanto cobró su cuota y lloré y lloré y lloré. Y llegué a mi casa y volví a llorar, llorar y llorar... como siempre, va a llegar el dinero y lo sé, pero de verdad, ¿qué necesidad hay de que me lleguen los requerimientos de este modo?

Sé que Dios es grande y, yo no tengo reparos ante su grandeza y su bondad, simplemente no acabo de encontrarle el modo; aún no encuentro cómo hacer las cosas para no recibir estas super sorpresas. No sé de qué forma tengo que actuar para no dejarme arrastrar por la angustia de no saber cómo voy a salir adelante todos los días.

No sé de qué manera no sentirme culpable por invitarnos unas hamburguesas, sabiendo que tengo muchos gastos qué afrontar. O de qué forma no sentirme culpable por comprarme una bolsa linda, cuando sé que puedo seguir con mi misma vieja y triste bolsa de siempre.

Por supuesto, la bolsa no me la compré, la mochilita la regresé y tengo que llegar a guisar todos los días de mi vida a la hora que sea a mi casa. Como hoy, que ya voy tarde por estar escribiendo en este blog.

Sé que hasta el día de hoy, soy la única esposa-madre desesperada que escribe aquí; pero confío que algunas madres más se animen a contar su historia.

Claro que si pasan tres meses y no soy más que yo la única loca... pues tendré que cerrar el espacio; así como si fuera un negocio.

En fin, voy a esperar, quien quita y me lleve "una sorpresita", como decía el pitufo bromista.

Saludos y Dios las Bendice

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